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lunes, 6 de julio de 2009

Una luz de esperanza para abandonar la calle

Un recorrido por las calles de Manizales permitió observar la dura realidad de la indigencia en la ciudad. Hombres que duermen en los andenes y debajo de los puentes se levantan con la ilusión de ver el mañana dentro de un proceso de rehabilitación. Historias.

Mientras la ciudad despierta, algunos habitantes de la calle se acuestan. Ellos prefieren trasnochar antes que la mañana los sorprenda sin material de reciclaje, o por el contrario, sin poder vender su chatarra o cartón que les permitirá subsistir durante el día.Es viernes 3 de julio y son las 5:00 de la mañana. En la Estación de Bomberos Los Fundadores está lista la caravana de funcionarios de la Alcaldía y personal de la Policía Caldas que recorren las vías para invitar a los indigentes a unirse al programa de la Unidad de Protección a la Vida (UPV).La primera estación es el puente peatonal del Liceo Isabel La Católica. Un hombre, que se cubre del frío con una bolsa de basura, acepta subirse a la camioneta que lo llevará a la Estación de Policía del barrio Colón, donde atienden a la población vulnerable.El recorrido continúa y, a escasos metros un señor de unos 40 años se amarra sus zapatos y coge su maleta para montarse al vehículo. Cerca al lugar, por la iglesia de la Valvanera, un muchacho prefiere evadir a los funcionarios y mientras corre exclama: “tranquilos, me voy para La Galería a dormir”.Realidad que golpeaEl grupo de la UPV se desplaza hacia el Parque Ernesto Gutiérrez, donde tratan de convencer a dos señores para que reciban un baño, vestido, alimentación y ayuda terapeútica en las instalaciones del programa. Al final, y luego de una larga conversación, rechazan la invitación. Agarran sus costales y se marchan.La caravana se desplaza hacia el sector del Parque Olaya y luego toma la carrera 23, donde recogen a dos más. Uno, en la calle 21, y el otro, en la calle 27, que dormía en la puerta de la pastelería La Suiza.La delegación continúa con su ronda y en el puente, a un costado del colegio Alfonso López Pumarejo, encuentra a un señor que duerme agarrado de las piedras y rodeado de un olor a excremento. “No me quiero acompañarlos porque tengo que ir a misa y al médico”, le dice al personal.Siguen por la Avenida Paralela y luego suben al Parque de Los Enamorados. Allí se monta otro joven a los carros, pero sin olvidar su acolchado.Terminan el operativo en la sede de la UPV. 23 indigentes aceptaron la invitación. Varios ellos se tiran de los carros y corren hasta el patio donde los espera el grupo de profesionales. LA PATRIA, luego del recorrido que hizo, cuenta cuatro historias de estos hombres que se rebuscan la vida en la calles de la ciudad.Carlos Alberto Cuervo EncisoEs manizaleño y tiene 47 años. Dice que está en la calle porque una moto mató a su mamá hace varios años. Perteneció ocho años al Ejército y, según él, sólo cuenta con un hermano jubilado de la Policía que está en Cali. “Él a veces se preocupa por mi, pero prefiero no molestarlo. No me gusta la calle, pero que más hago. Tengo otros hermanos, pero no quiero saber de ellos. Quiero cosas imposibles como tener a mi madre y, hasta de pronto, regresar al Ejército”, comenta.Sobre la vida que lleva y los peligros en la calle, expresa no sentir miedo, a pesar de que hace mes y medio le pegaron un tiro en el cuello cuanto intentó defender en La Galería a un compañero al que iban apuñalar.Juan Pablo DuqueTiene 27 años, 14 de ellos, en la calle. Nació en Manizales. Sus padres y dos hermanos viven en el barrio Los Alcázares. A nadie le echa la culpa de estar en la calle. Asegura que fue su decisión, por probar la droga. Ha regresado varias veces a la casa, pero prefiere la calle porque la droga es “como una enfermedad y el cuerpo la pide”.Estudió hasta octavo de bachillerato en el colegio Inem. Afirma que estuvo seis meses juicioso, cuando hace varios años lo llevaron a La Linda por tener papeletas de bazuco.Aunque está dispuesto a cambiar, manifiesta que no está de acuerdo con el manejo de la UPV, pues cuando decide ir a las instalaciones, los servicios son muy demorados y necesita producir para el día. “Vivo del reciclaje y de los mandados que le hago a los artesanos del Parque Caldas. La dormida por lo general es en el barrio El Bosque, o donde me coja la noche”.Juan Gabriel Marín ArévaloEs del barrio San José de Manizales. Lleva tres años en la calle por culpa de la droga, según su testimonio. Tiene 22 años y estudió hasta cuarto de primaria. Dice que se siente solo, pues su mamá se mantiene de viaje con un señor de una tractomula por Medellín y Bogotá. Además, sus dos hermanos están en la cárcel.“Las amistades me llevaron a consumir y cuando necesito una ayuda no aparecen. Vivo del reciclaje y, por lo general, duermo en el barrio San Joaquín. Estoy expuesto a muchos peligros, pero no me da miedo”.Agrega que la UPV le parece interesante, pero que deberían internarlos para pensar en una rehabilitación.Fabio Nelson Betancur GiraldoLa falta de dinero y su adicción a las drogas lo llevaron a la calle. Cuenta que hace nueve años le robó 3 millones 500 mil pesos a una señora de la Fiscalía en Bogotá. El atraco lo cometió porque sus dos hijos y esposa no tenían qué comer. “Esperé a que saliera de un restaurante y la robé con el pico de una botella. Ella estaba borracha y llevaba un revólver en el bolso. También llevaba 400 millones en cheques, pero no podía hacer nada para reclamarlos. Fui tan de malas que nueve meses después del robo, me encontró y me pegó un tiro en el pecho que me dejó sin un pulmón y cojo”.Como la mayoría de indigentes, también vive del reciclaje y de la limosna. La utiliza para comprar medicamentos, comida y vicio. Fabio Nelson espera regresar pronto a Bogotá, aunque le da miedo que lo maten, pero dice que en Manizales la gente lo trata mal y lo humilla.La voz de un expertoFernando Cantor, Director del programa de Sociología de la Universidad de Caldas, analizó la indigencia en Manizales y Colombia, pero además puso algunos ejemplos internacionales que se pueden implementar dentro de la UPV.Para el investigador, lo primero que se debe hacer es profundizar qué es la indigencia para determinar fenómenos que inciden en ella. Según el docente universitario, existen razones como la pobreza extrema, la pérdida de vínculos familiares, las adicciones a las drogas y la ruptura de lazos en comunidad, que ayudan a expandir el problema social.“En nuestro país el desplazamiento forzado es un factor determinante dentro de la indigencia. Se necesita elaborar unapolítica pública y hacer una estrategia más amplia que involucre al Estado y al sector privado. De esta manera, se construye a un ciudadano que carece de vivienda, educación, alimentación, bienestar social y vida laboral”.El también sociólogo dijo que en España, Francia e Inglaterra, la persona que habita la calle necesita ocho meses para desintoxicarse y dos años para reintegrarse a la vida cotidiana. Resaltó que en los países europeos implementan un modelo que consiste en saberle llegar a estas personas para crear una empatía; lo otro es llevarlos a un albergue para iniciar un proceso de rehabilitación, además de crear espacios en donde ellos puedan vivir en comunidad, y darles de alta para reinsertarlos a la vida laboral.En el Eje Cafetero* Fabio de Jesús Sánchez, Subsecretario de Gobierno de Pereira.Señaló que en la ciudad apenas iniciaron un programa denominado Manejo integral a la indigencia. La intención es llevar a los habitantes de la calle a un albergue para que duerman allí y en el día trabajen con el reciclaje, mediante una cooperativa que pretender crear. “El lugar se está acondicionando y hace un mes y medio hicimos una brigada de salud para censarlos. En Pereira hay alrededor de 240 indigentes, de ellos 128 pertenecen al programa”, anotó el funcionario.* Liliana Jaramillo, Secretaria de Desarrollo Social de Armenia.Sostuvo que cada 15 días realizan operativos para llevar a los indigentes a la Fundación Hernán Mejía para brindarles un apoyo similar al que se ejecuta en Manizales. Agregó que en la ciudad hay 180 personas en la calle, pero aclaró que la cifra está en aumento porque a diario llegan de otras ciudades.* Julián Andrés Vasco Loaiza, Secretario de Gobierno de ManizalesSobre el programa de la UPV resaltó su importancia, pues es la primera vez que en la ciudad se hace algo para atender a la población vulnerable. Dijo que en 20 días que lleva el proyecto, se han atendido 600 indigentes que repiten los servicios ofrecidos. Concluyó que en la ciudad hay cerca de 150 indigentes y que esperan ayudarlos para que se reintegren a la vida normal.Habla la comunidadAlgunos manizaleños opinaron sobre qué se debe hacer con los indigentes que recorren las calles de la ciudad. La mayoría coincidieron en que las autoridades les tienen que dar garantías para rehabilitarse.José Ovidio Aguirre, pensionadoLos tienen que recoger de las calles y hacer algo por ello. La Alcaldía se debería comprometerse más con estas personas.Ignacio Betancur, jubiladoLas autoridades tienen que hacer el esfuerzo de identificar de dónde provienen para enviarlos a sus ciudades de origen y así protegerlos.Héctor Herrera Henao, pensionadoHay que ofrecerles un albergue permanente luego de recogerlos de las calles.Marina Rendón, ama de casaEs obligación del gobierno ayudarlos y hacer obras de caridad para que no pasen necesidades.David Robledo, jubiladoEl Municipio debe implementar políticas para ayudarlos cuando ellos necesiten cualquier servicio.El proyectoLa Unidad de Protección a la Vida (UPV) es un centro de atención transitoria para indigentes, trabajadoras sexuales y los llamados 'chirrincheros' que deambulan por las calles de la ciudad, en donde se les brindará atención en salud, alimentación, vestido y peluquería.“Auxiliares del programa invitarán a estas personas a vincularse a la campaña. Los profesionales que atenderán a los beneficiarios tendrán tres turnos en el día, para operar las 24 horas. Ayudarán a prevenir los actos de violencia y a orientar a la población en la autoprotección y respeto por su dignidad humana”, explicó Alberto Agudelo Moreno, representante de la Corporación Tejido Social, encargada de la operación de la UPV.

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